
Fuente circular del siglo XIX de cantería de arenisca, donde se aprecian los desgastes producidos por el apoyo de los cántaros. En el interior, un gran cilindro anillado del que manan ocho caños rematado con cruz de forja. A su lado, el lavadero público, rehabilitado, a donde acudían las mujeres no solo a lavar la ropa aprovechando el agua, ese bien escaso y preciado, sino también a la búsqueda del encuentro, de las confidencias íntimas, del hervidero de lo bueno y lo malo del pueblo y de lo lúdico, a través de las canciones transmitidas de generación en generación.
