
Es una de las ermitas de mayor tamaño y calidad arquitectónica de La Alpujarra. Su estado ruinoso le confieren un encanto especial. La nave de cruz latina, ha perdido su cubierta mientras la capilla mayor muestra su bóveda de cañón y el crucero, la cúpula sobre pechinas. A los pies, se encuentra la portada latericia, con arco de medio punto entre pilastras toscanas y entablamento, muy similar al de la portada de la Iglesia de Jorairátar. Pegada a la cabecera, la torre-campanario, que también repite el esquema de la de la Iglesia, con su campanario y sus arcos de medio punto rehundidos. Por sus similitudes, se fecha en la segunda mitad del siglo XVIII.