Vista aérea de la Fábrica de Sedas en la década de los años 70-80
La Fábrica de Sedas ubicada en Ugíjar se estableció desde 1869 por una compañía francesa de Lyon, que hizo revivir la cría de orugas, morales y moreras en la comarca con unas doscientas operarias, según nos cuenta Pedro Antonio de Alarcón. Arquitectónicamente, el edificio contaba con un conjunto de naves con cubiertas a dos aguas de distinta disposición, destacando dos edificios-torres de cuatro alturas, que hoy día se conservan, y una gran chimenea de ladrillo hoy desaparecida. Durante la Guerra Civil, el edifico de la fábrica de sedas contó con distintas funciones siendo hospital, cárcel, parque móvil e iglesia.
Por otro lado, Ana María Callejón nos cuenta que desde 1947 a 1977 la fábrica de filatura se denominaba Fábrica de Sedas la Virgen del Martirio, perteneciente a Sedas Orihuela S.A. En este periodo, la fábrica no transformaba seda, si no que se especializó en la recogida de capullos, su pesaje y su ahogamiento, así como su repartición de semillas, y más tarde de gusanos de seda para que los vecinos que lo solicitasen los criasen. Francisco Ildefonso Aguado García, capataz de Sedas Orihuela en Ugíjar, nos cuenta a través de Ana María Callejón como se desplazó hasta Murcia para aprender el trabajo de avivar las semillas para convertirles en gusanos. Este trabajo consistía en iluminar las semillas con barras fluorescentes durante al menos 18 horas de luz y de doce a catorce días. Una vez salían los gusanos, se repartían estos para ser criados durante medidos de abril hasta el mes de junio, alimentados con hojas de moral. Durante todo el proceso de cría, operarios que trabajaban para Sedas Orihuela se encargaban de supervisar que todo fuese correctamente e iban visitando todas las casas y anotando todas las incidencias de la cría, cuándo dormían, el tamaño de los gusanos, etc. La cría no se limitaba solo a Ugíjar, sino que se encontraban cuatro más, la zona de Válor, Nechite y Mecina Alfahar controlada por las señoras Cerezuela, la zona de Laroles, Paterna del Río y Bayárcal controlada por Ramón Olvera López y la zona de Cádiar, Notáez, Cástaras, Nieles, Tímar, Lobras y Narila por el anteriormente mencionado Francisco Ildefonso. En este proceso de la cría, participaba toda la familia, pero quien cuidaba fundamentalmente de los gusanos eran las mujeres, ya que trabajan en el hogar y también contribuían de esta manera a al economía familiar. Con la entrada del nylon en la industria textil la fábrica caería en quiebra y se vendería a finales de los años setenta.
Vinculado con la seda y la industria textil, encontramos la importancia de los telares en la comarca alpujarreña, con los que se van a confeccionar los conocidos tejidos alpujarreños. A partir del siglo XVIII, como nos indica Hernández Ríos, la textilería artesana va a tener una clara raigambre popular, con raíces conectadas con el mundo musulmán andalusí y la de los repobladores castellanos, con un resurgimiento de la práctica a principios del siglo XX, poniéndose de moda la decoración popular, con las alfombras y tapices alpujarreños, jarapas, mantas, alforjas… Estas piezas se confeccionarían mediante telares de bajo lizo, impulsados por los artistas López Sancho y Casares. El resultado eran tejidos de vivos colores, referentes a la cultura de esta comarca, con motivos ornamentales como granadas, gallos, cestas, uvas… Se pueden encontrar, diferentes tipos de bienes muebles en el Centro de Patrimonio Cultural de la Alpujarra y en el Centro de Interpretación de la Alpujarra.
 
Históricamente, Ugíjar y La Alpujarra eran en época andalusí una de las comarcas con mayor calidad y distribución de sedas. Fábregas García destaca que La Alpujarra fabricaba los tisúes, terciopelos, etc. de mayor calidad, que llegaban hacia Flandes, Inglaterra y otros lugares gracias a los grupos económicos venecianos y genoveses. Las sedas de Juviles, Válor y Ugíjar fueron las más importantes. Ugíjar contó con numerosos telares que elaboraban tejidos de algodón, seda, lino y prendas de vestir delicadas, basadas en diversas geometrías que forman los tejidos típicos alpujarreños y era además el centro de aprovisionamiento de seda de La Alpujarra, al estar ubicado en el centro, con una dedicación al comercio de paños, que actuaba como proveedor y transportista de la seda.
 
 

BIBLIOGRAFÍA

– Callejón Callejón, Ana María (2009). Heroínas anónimas. Asociación de vecinos “Fuente Martín” Nechite (Granada).
– De Alarcón, Pedro Antonio (1873). La Alpujarra. Sesenta leguas a caballo precedidas de seis en diligencia. Ediciones Osuna. Granada. Primer edición: Noviembre 2000.
– Fábregas García, Adela (2004). Aprovisionamiento de la seda en el reino nazarí de Granada. Vías de intervención directa practicadas por la comunidad mercantil genovesa. En: En la
España medieval, n.º 27, pp 53-75.
– Hernández Ríos, María Luisa (1992). Aproximación a las técnicas del tejido popular granadino en telar de alto lizo. La alfombra alpujarreña. En: Cuadernos de Arte Universidad de
Granada. n.º XXIII, pp 663-674.
Interior de la Fábrica de Sedas, con su balsa y fuente